La familia como parte de la triada Estado – Familia – Sociedad es en primera instancia la garante del derecho a la educación y promotora de su valor. La familia, sin duda, está implicada en el proceso educativo con un papel activo que acompaña y da sustento a los niños, niñas y jóvenes que estudian en esta institución educativa siendo una familia protectora, que abraza y que desde la afectividad forma en valores, convivencia y hábitos saludables. La familia es la primera consciente de las necesidades y motivaciones de los niños, niñas y jóvenes, por tanto, de su mano, les conduce a la escuela y los acompaña en dialogo permanente con los maestros durante todo un proceso de transformación que se vive con las prácticas educativas.
La familia, debe estar, en círculo armonioso con la escuela, sentirse identificada con los valores y principios que aquí se promueven, reflejando desde el hogar la identidad marquista que centrada en la condición humana encuentra en el reconocimiento del otro las posibilidades de ser en comunidad. Además, la familia, es la primera motivadora del proceso educativo, procura metas elevadas en los niños, niños y jóvenes, visualiza su proyecto de vida desde el poder transformador de la educación y acompaña como sustento afectivo y emocional.
El rol de la familia se define activo, responsable, consciente y propositivo, está incluido dentro de las dinámicas institucionales y tiene un lugar en los estamentos de participación del gobierno escolar; así como la permanente relación de diálogo e interacción con los maestros en aras de dinamizar y apoyar desde casa las prácticas educativas marquistas.
Las familias han de ser presentes en primera instancia para los niños, niñas y jóvenes, como su lugar seguro, como el lugar del afecto donde se reconoce el potencial y las necesidades que los estudiantes puedan tener y que han de encontrar en la familia su eslabón de apoyo y protección. La familia es la fortaleza que resguarda y cuida la integridad los estudiantes marquistas, cada hogar, cada escenario familiar, ha de ser la seguridad para cada niño, niña y joven marquista. En este orden de ideas, la familia, tiene la responsabilidad, de formar en autonomía, emociones equilibradas y vínculos afectivos satisfactorios.
El rol de la familia en las dinámicas marquistas se considera fundamental y esencial, al constituirse el sustento emocional de los niños, niñas y jóvenes, se entiende, la necesidad de unas familias que reconozcan, se comuniquen e interactúen en función del desarrollo y la transformación de sus hijos.